Duelos y pérdidas


Duelos y pérdidas

Duelos y pérdidas. Desde que somos niños nuestras vidas han estado salpicadas de pequeñas pérdidas que, de una manera u otra, hemos ido enfrentando y que han generado grandes o pequeños duelos: desde perder nuestro juguete favorito o un cambio de colegio, a dejar una relación o perder a un ser querido.

Quizá cuando hablamos de Duelos y Pérdidas, lo primero en lo que pensamos es en la muerte, pero dista mucho de ser el único motivo.

¿Qué es el Duelo?

Un duelo es un proceso psicológico que sobreviene después de una pérdida, puede ser una oportunidad de crecer y aprender, pero es necesario un periodo de adaptación.

Los cambios de domicilio, cambios de trabajo, deterioro cognitivo, rupturas de pareja, … son solo algunas de las situaciones que pueden arrastrarnos a sufrir un proceso de duelo, si bien las características e intensidad de cada uno de ellos varían dependiendo del vínculo existente con objeto de apego, la forma de ser de la persona, … Tengamos en cuenta que cada duelo tiene un ritmo diferente y completamente personal, influido por las circunstancias y situación de cada individuo.

El duelo se produce, en general, cuando ocurre algo que interpretamos como una pérdida, entre ellas:

  • Pérdida relacional: cambios en las relaciones (pareja, amistad), fallecimiento de un ser querido…
  • Pérdida material: objetos de valor sentimental, ...
  • Cambios: pérdida de un trabajo, cambio de residencia, …
  • Pérdida de salud: enfermedad crónica, deterioro cognitivo….
  • Pérdidas evolutivas: cambios en el estilo de vida (jubilación), niñez…

Todos los seres humanos, dependiendo de nuestro contexto cultural, mostramos unas creencias y costumbres muy marcadas moldeadas por la sociedad que incluyen diferentes comportamientos (como vestir de negro o de blanco); pero el verdadero problema radica en que no nos enseñan a gestionar y enfrentar las emociones generadas, sino que no estamos preparados para afrontar ese dolor y acabamos evitándolo como si no hubiera ocurrido. No gestionar de forma adecuada los sentimientos que nos crean estas situaciones puede suponer que los síntomas no desaparezcan tras este periodo, pudiendo desembocar en duelo patológico.

Frustración, angustia, pena o depresión son algunos de los síntomas cognitivos, de comportamiento, emocionales y físicos que se presentan. Esta experiencia vital, estresante y natural, está determinada por cinco estadios emocionales que pueden darse sucesivamente, a la vez, … en mayor o en menor grado.

¿Qué es el Duelo?

Un duelo es un proceso psicológico que sobreviene después de una pérdida, puede ser una oportunidad de crecer y aprender, pero es necesario un periodo de adaptación.

Los cambios de domicilio, cambios de trabajo, deterioro cognitivo, rupturas de pareja, … son solo algunas de las situaciones que pueden arrastrarnos a sufrir un proceso de duelo, si bien las características e intensidad de cada uno de ellos varían dependiendo del vínculo existente con objeto de apego, la forma de ser de la persona, … Tengamos en cuenta que cada duelo tiene un ritmo diferente y completamente personal, influido por las circunstancias y situación de cada individuo.

El duelo se produce, en general, cuando ocurre algo que interpretamos como una pérdida, entre ellas:

  • Pérdida relacional: cambios en las relaciones (pareja, amistad), fallecimiento de un ser querido…
  • Pérdida material: objetos de valor sentimental, ...
  • Cambios: pérdida de un trabajo, cambio de residencia, …
  • Pérdida de salud: enfermedad crónica, deterioro cognitivo….
  • Pérdidas evolutivas: cambios en el estilo de vida (jubilación), niñez…

Todos los seres humanos, dependiendo de nuestro contexto cultural, mostramos unas creencias y costumbres muy marcadas moldeadas por la sociedad que incluyen diferentes comportamientos (como vestir de negro o de blanco); pero el verdadero problema radica en que no nos enseñan a gestionar y enfrentar las emociones generadas, sino que no estamos preparados para afrontar ese dolor y acabamos evitándolo como si no hubiera ocurrido. No gestionar de forma adecuada los sentimientos que nos crean estas situaciones puede suponer que los síntomas no desaparezcan tras este periodo, pudiendo desembocar en duelo patológico.

Frustración, angustia, pena o depresión son algunos de los síntomas cognitivos, de comportamiento, emocionales y físicos que se presentan. Esta experiencia vital, estresante y natural, está determinada por cinco estadios emocionales que pueden darse sucesivamente, a la vez, … en mayor o en menor grado.

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Las fases del duelo

  1. Negación

    La negación es habitual que se presente después de una pérdida, experimentando bien una “congelación” de emociones inducida por la sensación de incredulidad o irrealidad cuando dicha pérdida se ha producido de forma repentina o bien puede presentarse de forma más sutil, quitando importancia o no asumiendo lo irreversible de la situación. Estas reacciones versan en amortiguar el golpe al no ser capaces de integrar la información, no queriendo ver la realidad y no estar preparados para ello.

  2. Rabia/Ira

    Una vez que volvemos a contactar con las emociones después del estado de negación, estas pueden aparecer a través de la ira, impulsada por sentimientos de impotencia y frustración. Es importante entender la manera en la que se presenta para averiguar la influencia de la emoción sobre nuestro comportamiento y ánimo; es común imputar la culpa de la pérdida a otros factores. Se dan casos en los que la persona no puede avanzar por verse en una posición de reclamación constante que no le permite despedirse adecuadamente.

  3. Negociación

    Utilizada como mecanismo de defensa, en esta etapa se empieza a tomar contacto con la realidad de la pérdida y se hace patente el deseo o la ilusión de volver a la vida de antes, tratando de restituir la situación. Hay una clara negociación con la realidad, fantaseando con otros resultados y tratando de buscar cierto control.

  4. Depresión

    Aunque lo más común es llamar a esta fase depresión, se ajusta más con el sentimiento de pena o de tristeza. Mientras se asume la realidad y va avanzando el duelo, se comienza a entender emocionalmente lo que conlleva la ausencia. Esta fase es de toma de conciencia, de reflexión para la búsqueda de un nuevo inicio.

  5. Aceptación

    Es la última fase del duelo. Significa ver y aceptar la realidad tal cuál es en el presente, un proceso de adaptación que no quiere decir que no duela. Implica un estado de relativa calma emocional y racional ligada a la comprensión de la situación, una forma de caminar hacia la nueva realidad.

Reacciones del duelo

Como ya hemos comentado, la manera de enfrentar cada pérdida es completamente personal y varía mucho de una persona a otra e, incluso, en la misma persona a lo largo de su vida.

También el cómo reaccionamos a lo largo del tiempo sufre cambios, con periodos de sentimientos dolorosos e intensos que aparecen de forma intermitente:

  • Sentimientos: desesperanza, bloqueo, enfado, culpa, alivio, ansiedad, … en ocasiones una prenda, una canción o un olor puede evocar un recuerdo y/o provocar una profunda tristeza.
  • Pensamientos: ciertos pensamientos pueden incluir confusión, problemas de concentración o preocupaciones.
  • Sensaciones: dolor de cabeza, tensión muscular, opresión en el pecho, malestar, …
  • Comportamiento: pérdida de energía para las actividades diarias o para las relaciones sociales, irritabilidad, alteraciones del sueño, actividad excesiva, …

Cuando pedir ayuda especializada

Ante la pérdida, la reacción normal es frecuentemente un trastorno depresivo caracterizado por bajo estado de ánimo, sentimientos de culpa, hipersomnia, insomnio, aumento o pérdida de peso, … Puede ocurrir que, pasados de 6 meses a un año, la persona sigue teniendo niveles intensos de sufrimiento; en estos casos hablamos de duelo prolongado o patológico.

Es importante entender que el duelo es una situación muy difícil de afrontar y que nos pone a prueba para enfrentar y superar el dolor. Ciertas circunstancias son especialmente delicadas, puesto que nos dejan ligados a determinadas situaciones o personas: pueden haber quedado asuntos pendientes con el fallecido, experimentar altos conflictos posteriores a la muerte que dificultan el cierre, sucesión de duelos, duelo por hechos traumáticos (accidente), duelo después de una larga enfermedad, …

Aunque la sintomatología se presenta en otras situaciones que no suponen pérdida alguna, lo habitual es que comience a las pocas horas del suceso y vaya decayendo hacia los 6 meses posteriores. La finalidad de la terapia es ayudar al paciente a restituir su equilibrio emocional, tratando de procesar el dolor del duelo, y su posterior readaptación y ajuste.