¿Cuáles son las consecuencias psicológicas del confinamiento por COVID19?
En el aspecto de la salud psicológica, nos vemos inmersos en un estado de estrés, angustia e incertidumbre que están empezando a agravar ciertas patologías habituales. En ocasiones, el miedo a enfermar, el miedo a que le ocurra algo a un ser querido o la amenaza de un nuevo confinamiento ocasiona un estado de temor constante.
Algunas de las Consecuencias Psicológicas del Confinamiento son:
La ansiedad, miedo y apatía
Estas emociones pueden ser consecuencia directa de lo que está sucediendo y de la incertidumbre que el estado de alarma genera. El miedo puede generar pensamientos de tipo catastrofistas y anticipatorios, poniéndonos en los peores y más improbables escenarios.
Depresión o Síntomas depresivos
Entendiendo la depresión y/o sus síntomas como un trastorno del estado de ánimo. Al igual que otros problemas de salud mental, el pronóstico puede complicarse en función de la gravedad de los estresores externos, las situaciones individuales, de cómo la pandemia nos ha afectado a cada uno de nosotros. Por ejemplo, problemas de salud añadidos, pérdida de empleo, problemas económicos, muerte de seres cercanos, sensación de crisis profesional o existencial, por nombrar alguno de ellos.
Es altamente recomendable abordar la depresión de la mano de un psicólogo cualificado y capacitado lo antes posible.
Duelo
Es una reacción psicológica compleja provocada por la pérdida de algo o alguien significativo: el fallecimiento de un ser querido, la pérdida de empleo, la pérdida de la salud, entre otras.
Debido a la pandemia provocada por COVID19 y los estados de alarma asociados a pérdidas de relaciones sociales y de libertades, se están presentando varios factores de riesgo de complicación: circunstancias traumáticas de la muerte, no haber podido visitar o despedirse de su familiar, impotencia por no poder hacer nada o recibir ayuda, muerte inesperada, varias muertes a la vez, combinación de diferentes pérdidas, despido, enfermedad propia…
Adicciones
Muchas conductas adictivas, como el alcohol y otras drogas, las apuestas, juegos de azar o los videojuegos se han mantenido durante la cuarentena y el confinamiento, y muchas incluso se han visto reforzadas en este periodo como escudo para afrontar el estrés, el aburrimiento o la soledad.
Diversos estamentos sanitarios han señalado un aumento de demanda de atención durante la pandemia por adicciones, a cocaína, alcohol y cannabis como las principales sustancias, aunque muchos de los centros de atención se refieren al juego patológico como una de las principales causas de demanda de ayuda.
Estrés post-traumático
El estrés post-traumático es una reacción normal y adaptativa del organismo ante un evento altamente estresante. La situación de confinamiento y estado de alarma continuado aporta el agravante de ser un estímulo prolongado en el tiempo.
La situación vivida por cada persona puede sobrepasar la capacidad de la misma para procesarlas y esto genera una huella. Las reacciones de estrés postraumático pueden darse a nivel mental, emocional, físico y/o conductual.
La pandemia por coronavirus va a provocar en nosotros ciertos cambios emocionales. Pueden aflorar ciertas emociones desagradables como son la tristeza, el miedo o el enfado. Puede aparecer irritabilidad, angustia, preocupación, estrés, síntomas depresivos, problemas de sueño, entre otros.
Es importante que normalicemos y entendamos todos los estados por los que podemos pasar en este periodo de confinamiento.
Gestionar de manera adecuada las emociones y estados de ánimo que un confinamiento genera en nosotros no es sencillo. Pero si que podemos hacer algunas cosas para que sea más llevadero.
Para esto, hemos recopilado algunos de los consejos que el equipo de psicólogas de nuestro centro de psicología en Santander ofrece a sus pacientes:
Son múltiples las alteraciones psicológicas asociadas que van desde síntomas aislados hasta trastornos complejos con un deterioro marcado de la funcionalidad, tales como insomnio, ansiedad, depresión y trastorno por estrés postraumático.
El impacto emocional es alto. Y entre las emociones están el miedo, la tristeza, el enfado y sentimientos de vulnerabilidad y falta de control.
Los sucesivos estados de alarma decretados en los últimos meses para hacer frente a la pandemia provocada por el nuevo coronavirus (COVID19) obliga a los ciudadanos a permanecer confinados gran parte del día en casa o con importantes restricciones sociales y de movilidad. Tanto el propio motivo causante del estado de alarma, como la incertidumbre ante la evolución de la pandemia y sus consecuencias generan una situación altamente estresante.
Por otro lado, la etapa de desconfinamiento tampoco genera un entorno seguro para la población, lleno de novedades, más incertidumbre y no libre de riesgos. Las situaciones trágicas que haya podido vivir en su entorno cada persona, como el fallecimiento de algún ser querido, pérdida del empleo, cambios en la rutina e imposibilidad de acercamiento a familiares cercanos por las restricciones de movilidad son factores que salen a la luz en estos periodos de vuelta a una nueva normalidad, y que por mucho que la llamen así, no es la normalidad tal y como la conocíamos.
Repentinamente nuestra rutina se ha detenido y debemos adaptarnos rápidamente a una nueva situación. Esto genera, sin duda, el marco perfecto de una situación estresante.
Además, sumamos a esto todas las consecuencias generadas por la situación de confinamiento; puede surgir la pérdida del trabajo, la reducción de ingresos, el hecho de convivir 24h con nuestra pareja, hijos, otros familiares o compañeros de piso.
El confinamiento está trayendo unas consecuencias psicológicas catastróficas. Y es así porque tres de las cosas más importantes que un ser humano necesita están siendo sistemáticamente deterioradas: la salud, las relaciones sociales y la economía.
La amenaza de nuevos confinamientos está creando un ambiente social irrespirable. Está llevando a que desconfiemos de otros, a acusar a los demás de irresponsables, a un aumento del odio y extremismos, en definitiva, a un deterioro alarmante del tejido social y las relaciones personales.