La psicóloga Montserrat Guerra ha aprovechado su intervención en el programa «Más de Uno» de Onda Cero Cantabria para reflexionar sobre una emoción universal: el enfado.
Según Guerra, el enfado ha sido estigmatizado y reprimido, convirtiéndose en una emoción que muchas personas evitan expresar abiertamente, especialmente en público. Sin embargo, la psicóloga ha subrayado que el enfado no es negativo, ya que todas las emociones son buenas, lo que ocurre es que algunas no son satisfactorias. Cuando se gestiona de manera adecuada, puede convertirse en una herramienta poderosa para el cambio y el crecimiento personal.
La directora del Gabinete ha explicado que el enfado es una respuesta defensiva que surge cuando sentimos que estamos siendo amenazados/as o que algo importante para nosotros/as está en riesgo. Esto puede incluir desde la sensación de pérdida de seguridad física hasta la frustración por no haber alcanzado nuestros objetivos.
El enfado activa una reacción de “lucha o huida” en el cuerpo, desencadenada por la liberación de adrenalina y noradrenalina. Estas sustancias químicas generan un aumento de energía que nos prepara para actuar rápidamente. A nivel físico, se producen cambios perceptibles: aumenta la temperatura corporal, lo que hace que muchas personas describan esta emoción como “caliente o roja”. Se tensan los músculos, los dientes y los puños, y la voz adquiere un tono más amenazante.
Además, el cerebro emocional, liderado por la amígdala, entra en un estado de alerta prolongado debido a la liberación de glutamato. Esto puede hacer que las personas permanezcan más irritables y sensibles durante horas o incluso días.
Guerra ha explicado que el enfado funciona como un ciclo que se retroalimenta. A lo largo del día, acumulamos pequeñas molestias o provocaciones que se transforman en tensión emocional. Finalmente, una situación aparentemente insignificante puede hacer que “explotemos”. En este estado, es difícil razonar o empatizar con el otro/a. Como señala Guerra, la mente se enfoca únicamente en expresar la ira o en buscar represalias, sin detenerse a evaluar las consecuencias de nuestras acciones. Por eso, aprender a manejar el enfado puede ayudarnos a actuar con más calma y evitar conflictos.
Montserrat Guerra concluye que el enfado, bien gestionado, no es un enemigo, sino una oportunidad para entender mejor nuestras necesidades y trabajar en el crecimiento personal.
La psicóloga Montserrat Guerra ha subrayado la importancia de distinguir cuándo el enfado es primario y adaptativo, ya que, en estos casos, escuchar a la emoción puede ayudarnos a comprender mejor la situación y a actuar de manera efectiva, preferiblemente con asertividad.
Como ya hemos comentado anteriormente, un enfado nos va a alertar de una amenaza la cual nos está sobrepasando (o eso nos parece a nosotros/as según nuestras experiencias y creencias) nuestros límites (o los de otra persona).
Cuando el enfado primario viene asociado a un abuso, tiene cualidades de rabia, asco, desprecio o miedo, mientras que cuando tiene que ver con un sentimiento de traición o de necesidades de dependencia no satisfechas, entonces aparece la tristeza ante esa pérdida.
El enfado es desadaptativo cuando es un sentimiento recurrente que notamos que no se va de nosotros/as y que sentimos con frecuencia. A veces, puede que se nos haya cronificado. Normalmente responde a algo que nos ocurrió hace tiempo y que no gestionamos bien por el motivo que fuera, y ahora reaparece.
En este tipo de enfados (crónicos), Guerra señala que su objetivo en consulta es acceder a ese esquema emocional desadaptativo e identificar lo ocurrido y la necesidad que existe detrás. Es decir, diferenciar todo el cúmulo de emociones que ese enfado puede estar generándonos (rabia, culpa, resentimiento, tristeza, dolor, etc.), analizar qué pudo ser lo que generó este enfado y relacionar las emociones con la situación pasada. Haciendo esto entenderemos mejor qué nos quieren decir estas emociones.
Montserrat Guerra ha comentado una técnica que utiliza tanto en consulta como a nivel personal, la técnica de las tres preguntas:
En el contexto de la educación positiva, de niños/as y adolescentes se ha demostrado que el refuerzo positivo, reconocer y recompensar las conductas adecuadas, genera mejores resultados que recurrir constantemente al lenguaje negativo o al castigo. Sin embargo, los adultos somos los primeros que a menudo caemos en el error de reaccionar con enfado, o de forma impulsiva, especialmente cuando nos enfrentamos a conductas desafiantes.
La psicóloga Guerra ha subrayado la importancia de manejar el enfado en las relaciones personales, especialmente en el ámbito de la pareja, donde los conflictos suelen intensificarse.
Durante las sesiones de terapia, Guerra siempre recomienda a estas parejas narrar los hechos de forma objetiva, evitando sacar a relucir problemas del pasado que no son relevantes para el conflicto actual. Además, destaca la necesidad de comunicarse de manera clara y empática, explicando por qué estamos enfadados/as, cuándo ocurrió y qué esperamos del otro/a, sin recurrir a insultos o descalificaciones. Esta forma de abordar el enfado no solo protege la relación, sino también la salud emocional, ayudando a prevenir problemas como la ansiedad, el estrés o la depresión.
En casos de resentimiento o enfados no resueltos, que suelen originarse en relaciones insanas o conflictos familiares profundos, como el abandono de un padre o una ruptura de pareja, Guerra sugiere enfrentarse a estas emociones para analizarlas y comprender su mensaje. Cuando es posible, es crucial resolver el conflicto con la persona implicada, expresando el enfado de manera constructiva. Sin embargo, si la reconciliación directa no es viable, como cuando la persona ya no está presente, será necesario realizar un trabajo interno de reconciliación emocional para cerrar esa herida y permitirnos avanzar.
Montserrat Guerra ha destacado que el enfado, cuando se gestiona adecuadamente, puede convertirse en una herramienta poderosa para el cambio personal y social. Recomienda tomar papel y bolígrafo para analizar qué nos enfada, ya que reconocer cuándo surge esta emoción es el primer paso para trabajar en lo que necesitamos cambiar. El enfado señala que algo no está bien para nosotros/as, y canalizarlo de forma saludable nos permite fortalecer límites, desarrollar asertividad y transformar experiencias negativas en oportunidades de crecimiento. Si el enfado se vuelve crónico, Guerra sugiere revisar nuestro estilo de vida, priorizando el descanso, la alimentación equilibrada y rodeándonos de personas positivas que nos impulsen a mejorar.
Para concluir la entrevista Montserrat Guerra ha invitado a los/las oyentes a reflexionar sobre cómo afrontar esta emoción y aprender a canalizarla de forma constructiva, transformándola en una oportunidad para mejorar tanto a nivel individual como en las relaciones interpersonales.
En el minuto 47 del siguiente enlace puedes escuchar la entrevista completa: https://www.ondacero.es/emisoras/cantabria/audios-podcast/mas-de-uno/mas-uno-cantabria-18112024_20241118673b3be27aabaa00017b114e.html