Este lunes, la directora del área clínica del Gabinete de Psicología, Monserrat Guerra, ha concedido una entrevista en la emisora Onda Cero Radio para abordar el tema de la vergüenza, una emoción que, según la experta, desempeña un papel crucial en la psicología de las emociones, especialmente dentro del ámbito de las emociones sociales.
Durante la entrevista, Guerra explicó que la vergüenza es una emoción social fundamental que influye en la conducta humana y en las relaciones interpersonales. «La vergüenza nos ayuda a regular nuestro comportamiento en sociedad y a mantener normas y valores compartidos»; señaló. Esta emoción, aunque a menudo considerada negativa, tiene una función adaptativa importante, ya que nos motiva a corregir errores y a mejorar nuestras interacciones sociales. Por otro lado, es una emoción, que nos limita extraordinariamente, y se refirió al consumo de alcohol al que recurren personas para mitigar su efecto.
Guerra destacó que entender la vergüenza y cómo manejarla es esencial para el bienestar psicológico. «Muchas personas experimentan vergüenza de manera debilitante, lo que puede llevar a problemas como la baja autoestima y la ansiedad social. Es crucial aprender a reconocer esta emoción y a gestionarla de manera saludable», afirmó.
La entrevista también abordó las diferencias entre la vergüenza y otras emociones sociales, como la culpa. Guerra explicó que mientras la culpa se relaciona con acciones específicas que sentimos que hemos hecho mal, la vergüenza tiene más que ver con la percepción de uno mismo como inadecuado o inferior. «Es importante distinguir estas emociones para tratarlas adecuadamente en terapia», añadió.
La vergüenza y la culpa son dos emociones sociales que, aunque a menudo se experimentan simultáneamente, poseen características y funciones distintas en la psicología humana. Entender estas diferencias es crucial para abordar adecuadamente cada emoción y su impacto en el bienestar psicológico.
La vergüenza es una emoción que se centra en la percepción de uno mismo como inadecuado o defectuoso. Surge cuando una persona siente que su identidad o su ser ha fallado en cumplir con las expectativas propias o de los demás. La vergüenza tiende a ser una experiencia interna y profunda que afecta la autoestima y la autoimagen, llevando a la persona a sentir una necesidad de esconderse o retirarse de situaciones sociales. Por ejemplo, alguien puede sentir vergüenza por sentirse poco competente en una tarea, lo que puede desencadenar un deseo de evitar exponerse a la evaluación de otros.
Por otro lado, la culpa es una emoción que se enfoca en la evaluación de acciones específicas en lugar de la identidad global de la persona. Se siente cuando una persona cree que ha cometido un error o ha transgredido normas morales o sociales, lo que provoca una sensación de responsabilidad y arrepentimiento por las consecuencias de sus actos. A diferencia de la vergüenza, la culpa puede motivar a una persona a tomar medidas correctivas, como pedir disculpas o reparar el daño causado. Por ejemplo, alguien puede sentir culpa por haber mentido a un amigo y, como resultado, buscará rectificar la situación mediante una confesión y una disculpa sincera.
En resumen, mientras la vergüenza involucra una percepción negativa de uno mismo y puede llevar al aislamiento social y a la disminución de la autoestima, la culpa se relaciona con acciones concretas y puede fomentar comportamientos reparadores y constructivos. Reconocer y diferenciar estas emociones permite un manejo más efectivo de las mismas en contextos terapéuticos y en la vida cotidiana, promoviendo un mejor ajuste emocional y social.
La vergüenza es una emoción profundamente arraigada que puede manifestarse como uno de los síntomas más prevalentes y dañinos en diversos trastornos y problemas psicológicos. Esta forma de vergüenza está íntimamente vinculada a la percepción negativa de la propia imagen, y puede desencadenar una serie de comportamientos y problemas que afectan gravemente la calidad de vida de una persona.
En los trastornos de la alimentación, como la anorexia nerviosa y la bulimia, la vergüenza por el propio cuerpo juega un papel central. Las personas que padecen estos trastornos a menudo tienen una imagen corporal distorsionada y se sienten avergonzadas de su apariencia. Esta vergüenza puede llevarlas a adoptar comportamientos extremos para intentar cambiar su cuerpo, como dietas restrictivas severas, ejercicio compulsivo, o episodios de atracones seguidos de purgas. El ciclo de vergüenza y conductas perjudiciales no solo afecta la salud física, sino que también refuerza la percepción negativa de sí mismas, perpetuando el trastorno.
Además, la vergüenza puede causar problemas significativos en situaciones que requieren hablar en público. El miedo a ser juzgado puede generar una ansiedad intensa, provocando que la persona evite estas situaciones o experimente un bloqueo emocional y mental cuando intenta hablar frente a un grupo. Este bloqueo no solo limita las oportunidades académicas y profesionales, sino que también socava la confianza en uno mismo y la habilidad para comunicarse efectivamente.
La vergüenza también puede influir en el desempeño académico, particularmente durante los exámenes. Los jóvenes pueden experimentar altos niveles de estrés y ansiedad, lo que puede llevar a un bloqueo durante las evaluaciones. Este estrés adicional puede dificultar la concentración y la memoria, empeorando el rendimiento y generando un ciclo de miedo y evitación que impacta negativamente en su vida académica.
El aislamiento social es otra consecuencia grave de la vergüenza, especialmente en jóvenes. La preocupación constante por cómo los demás les perciben puede llevarlos a evitar salir de casa y participar en actividades sociales. Este aislamiento puede derivar en sentimientos de soledad, depresión y ansiedad, y puede impedir el desarrollo de habilidades sociales cruciales para la vida adulta.
En resumen, la vergüenza puede ser un síntoma debilitante que se manifiesta en una variedad de problemas psicológicos y comportamentales. Desde los trastornos de la alimentación hasta los problemas de hablar en público, el bloqueo en los exámenes y el aislamiento social, esta forma de vergüenza tiene el potencial de afectar profundamente la vida de una persona. Es crucial abordar estos problemas a través de una intervención psicológica adecuada para ayudar a los individuos a desarrollar una autoimagen saludable y una mayor resiliencia emocional.
Con el objetivo de abordar y mitigar los problemas de vergüenza que afectan a jóvenes y adolescentes, el Gabinete de Psicología ha puesto en marcha una serie de talleres diseñados específicamente para esta etapa crucial de desarrollo. Estos talleres están orientados a ayudar a los adolescentes a superar diversos bloqueos y a mejorar su bienestar emocional y social.
Estos talleres se centran en varios aspectos críticos de la vida adolescente, donde la vergüenza puede tener un impacto especialmente significativo. Entre los principales problemas que se abordan se encuentran el bloqueo ante los exámenes y los estudios, la baja autoestima, la percepción negativa de la autoimagen y el autoconcepto, así como las dificultades en las relaciones sociales.
Superación del Bloqueo AcadémicoUno de los enfoques clave de los talleres es ayudar a los jóvenes a superar el bloqueo ante los exámenes y los estudios. A través de técnicas los adolescentes aprenden a afrontar la ansiedad de manera constructiva. Esto les permite mejorar su rendimiento académico y reducir la presión que sienten durante las evaluaciones.
Fomento de una Autoimagen SaludableLa autoestima y la autoimagen son áreas fundamentales que se trabajan en estos talleres. Los adolescentes participan en actividades y ejercicios diseñados para fortalecer su confianza y desarrollar una percepción más positiva de sí mismos. «Es esencial que los jóvenes aprendan a valorarse y aceptarse tal como son, y nuestros talleres proporcionan un espacio seguro y de apoyo para explorar y construir una autoimagen saludable», explicó Guerra.
Mejora de las Relaciones SocialesLos talleres también abordan las dificultades que los adolescentes pueden tener en sus relaciones sociales, incluyendo el miedo a salir de casa y la tendencia a relacionarse únicamente a través de las redes sociales. Los jóvenes aprenden habilidades sociales esenciales que les ayudan a interactuar de manera más efectiva y a establecer relaciones significativas en el mundo real.
Desarrollo del Autoconcepto y las Habilidades de RelaciónEl autoconcepto y la capacidad para relacionarse con los demás son componentes cruciales de los talleres. Los adolescentes exploran su identidad y aprenden a entender y gestionar sus emociones. Además, se les enseña cómo desarrollar empatía y mejorar sus habilidades de comunicación, lo que facilita interacciones más saludables y satisfactorias con sus compañeros y familiares.
Monserrat Guerra destacó que la adolescencia es una etapa en la que la vergüenza puede tener un impacto especialmente profundo, y es crucial proporcionar a los jóvenes las herramientas necesarias para enfrentar y superar estos desafíos. «Nuestros talleres están diseñados para empoderar a los adolescentes, ayudándoles a construir una base sólida de autoestima y habilidades sociales que les beneficiarán a lo largo de toda su vida”.
Estos talleres representan un paso importante hacia la creación de un entorno más comprensivo y de apoyo para los jóvenes, fomentando su desarrollo personal y social en una etapa de la vida llena de cambios y desafíos.
Monserrat Guerra ha explicado hoy también en su entrevista que la vergüenza patológica puede ser extremadamente dañina para las personas que la padecen. Guerra, quien dirige el área clínica del Gabinete de Psicología, destacó la importancia de entender y abordar esta emoción para prevenir sus graves consecuencias.
Durante su intervención, Guerra detalló que la vergüenza patológica va más allá de la experiencia ocasional de sentirse avergonzado. «Cuando la vergüenza se convierte en patológica, puede paralizar a la persona, afectando negativamente su autoestima y su capacidad para relacionarse con los demás», afirmó. Este tipo de vergüenza está profundamente arraigada en una percepción distorsionada de uno mismo como fundamentalmente defectuoso o inadecuado.
Las consecuencias de la vergüenza patológica pueden ser severas y abarcan diversas áreas de la vida de una persona. Guerra explicó que entre los efectos más comunes se encuentran la baja autoestima, la ansiedad social y la depresión. «Las personas con vergüenza patológica a menudo evitan situaciones sociales por miedo a ser juzgadas o rechazadas, lo que puede llevar al aislamiento y a una profunda sensación de soledad», agregó.
Además, la vergüenza patológica puede impedir el desarrollo personal y profesional. «El temor constante a la humillación y el rechazo puede llevar a la inacción, evitando que la persona tome riesgos o persiga oportunidades que podrían ser beneficiosas para su crecimiento», dijo Guerra. Este patrón de evitación puede crear un ciclo negativo en el que la persona se siente cada vez más incapaz y desvalorizada.
Guerra subrayó la importancia de buscar ayuda profesional para tratar la vergüenza patológica. «La terapia psicológica puede ser muy efectiva para ayudar a las personas a reconocer y desafiar las creencias negativas que subyacen a la vergüenza patológica», explicó. En el Gabinete de Psicología, se utilizan diversas técnicas terapéuticas, como la terapia cognitivo-conductual, para ayudar a los pacientes a reconstruir una autoimagen más saludable y a desarrollar estrategias para enfrentar y superar la vergüenza.
«Es fundamental crear entornos de apoyo y comprensión donde las personas se sientan seguras para expresar sus emociones y buscar la ayuda que necesitan», concluyó.
Os invitamos a escuchar la entrevista.
A continuación, podemos escuchar a la directora del área clínica del Centro de Psicología, Montserrat Guerra, hablando la vergüenza: PULSAR PARA ESCUCHAR EL PODCAST DE LA ENTREVISTA (Minuto: 48:50)