Hay personas que la viven de forma distinta, con nostalgia, tristeza, frustración, estrés e incluso dolor.
Centro de Psicología – Montserrat Guerra ha hablado en su ultima entrevista en Onda Cero Radio de la Navidad, reflexionando sobre lo que puede suponer para unas personas y para otras.
Es esa época del año donde las familias y los amigos se reúnen, decoran la casa y los árboles de Navidad, la casa… La temporada navideña es un momento muy emocionante, sobre todo para los niños y niñas. Pero la Navidad también es una época para buscar la forma de adaptarnos de la mejor manera posible, y no es placentera para todos.
Pese a que hay quienes consideran que ésta es una época feliz, familiar y divertida, hay personas que la viven de forma distinta, con nostalgia, tristeza, frustración, estrés e incluso dolor. Más allá de cómo las vivamos y percibamos, puede que estas fechas sean el momento del año donde más emociones experimentamos, y estas están directamente relacionadas con las experiencias que hemos vivido.
La Navidad no tiene que ser una época de felicidad para todo el mundo. Cada quien va a tener emociones y sensaciones distintas, según los acontecimientos más recientes que hayan ocurrido en su vida y también, cómo fue su experiencia durante la infancia.
Por ejemplo, la Ansiedad es una de las emociones que más experimentamos por estas fechas cuando somos adultos, y aparece por varios motivos, por ejemplo:
Por este tipo de cuestiones, es posible que vivamos estas fechas como unos días estresantes, nos sintamos desbordados por el estrés y terminemos odiando todo. Además, si hemos perdido a alguien recientemente o hemos vivido una ruptura, no nos será fácil albergar el espíritu que se espera de nosotros.
No debemos presionarnos con la idea de que durante Navidad todo el mundo debe estar feliz, y que, si no lo estamos, debemos esforzarnos para estarlo. En realidad, debemos aceptar nuestro estado de ánimo, a la vez que procuramos adaptarnos a la situación lo mejor que podamos.
Podemos disfrutar de la familia y amigos, como en cualquier otra fecha. Sin presionarnos, ni obligarnos a estar felices, ni hacernos daño con pensamientos negativos.
Hay muchos motivos por los que podemos sentir rechazo a estas fiestas. Por la ausencia de algún ser querido, porque te toca trabajar, porque estás lejos de casa, porque simplemente no comulgas con lo que nos quieren vender como “Navidad”. Nada de esto es un problema grave en sí, pero combinado con la presión social, nos puede sumir en un leve estado depresivo.
Está claro que el simple hecho de que exista la Navidad no significa que tengamos que vivir estas fechas sintiéndonos en la cúspide de la felicidad. A la vez, también resulta evidente que no podemos andar alimentando nuestras frustraciones por estar muy lejos del ideal “espíritu navideño”. En el equilibrio está la virtud, como siempre; lo único que ocurre es que en esta festividad hay muchos elementos tradicionales y culturales con una fuerte carga emocional: las cenas en familia, los brindis por los que no están, los regalos…
Recuerda que la navidad no durará para siempre. Puedes decir “no” y establecer tus límites a actos. Permítete experimentar tus propios sentimientos, incluso si no coinciden con lo que sucede a tu alrededor, siguen siendo reales y válidos. Tómate un tiempo y haz cosas que te ayuden a distraerte y olvidar que es Navidad. Por ejemplo, ver una película o leer un libro. Permítete las cosas que necesitas. Por ejemplo, quedarte en casa si necesitas y descansar.
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