Miedos


¿Por qué sentimos miedo?

Los miedos son sentimientos propios del ser humano que, desde la antigüedad, han sido una emoción limitadora y un beneficio para la supervivencia.

Podemos decir que es totalmente normal en determinadas circunstancias, como el que sentimos ante una amenaza inminente y real; de hecho, suele aparecer de manera casi innata, no necesitando un aprendizaje previo. En otras ocasiones se aprende que situaciones deben ser temidas a través de las vivencias y de la experiencia; sin embargo, puede llegar a convertirse en un miedo desadaptativo extremadamente intenso y molesto, conocido como fobia.

El miedo es una emoción universal que se origina en nuestro cerebro y que nos permite adaptarnos al entorno y a sus peligros, un mecanismo que nos protege de situaciones de riesgo (físicas, emocionales, reputación, autoestima, …). De hecho, hemos de tener en cuenta que el miedo es una de las emociones básicas que integran el espectro emocional de los seres humanos y es considerada una emoción primaria, pero, cuando hablamos de fobia, nos encontramos con un trastorno de ansiedad provocado por una situación, objeto o hecho concreto que puede provocar un miedo irracional o excesivo pudiendo llegar a provocar una crisis de angustia (ataque de pánico).

Todas las emociones tienen una función y un propósito concreto, y los miedos no son una excepción. Si podemos gestionarlos y regularlos correctamente son positivos y bueno para nosotros.

La respuesta de miedo se condiciona frente a diferentes estímulos, de manera que siempre que aparece el estímulo se da la respuesta emocional de miedo.

¿Cuándo es el miedo un problema?

Cuando el miedo que sentimos es disfuncional, es decir, en aquellos momentos en los que una situación que nos genera miedo no viene acompañada de un peligro real, la consecuencia de sentir ese miedo es sustancialmente peor para nosotros que lo que sucedería si no sintiéramos ese miedo. Por ello, podemos diferenciar dos tipos de miedos

  • El miedo funcional es activado ante un peligro real y nos ayuda a sobrevivir siendo adaptativo porque permite adaptar nuestra conducta a cada situación. La utilidad de este miedo radica en que hace que estemos alerta ante una situación que conlleva algún riesgo y actúa en nuestro beneficio en circunstancias peligrosas.
  • El miedo disfuncional es aquel que obstaculiza nuestra vida y nuestro desempeño normal. No es adaptativo ni tampoco tiene ninguna utilidad para nosotros. De hecho, este miedo no se debe exclusivamente a un peligro real, sino a aquellas experiencias y creencias que tenemos las personas y que forman el “filtro cognitivo” (mediante el que se observa y se interpreta la realidad).

Todos hemos sentido algo desagradable en determinadas situaciones: entrevista de trabajo, reunión con los jefes, enfrentarse a situaciones desconocidas, exámenes… En este tipo de situaciones se puede presentar una sintomatología concreta como boca seca, tensión, sudoración, palpitaciones…

Miedos más comunes en adultos

Entre los miedos más comunes en adultos esta; Miedo a volar, a los espacios cerrados, a los perros, a las alturas... Estos son los temores más extendidos.

Cuando el miedo se convierte en incontrolable hablamos de fobias.

Las fobias se encuentran clasificadas dentro de los trastornos de ansiedad. Se encuentran divididas en tres tipos distintos: Agorafobia, Fobia social y Fobias específicas. La Agorafobia es el temor a verse en una situación en la que pedir ayuda pueda resultar difícil o embarazoso. La Fobia social es el temor o ansiedad a las situaciones de interacción social en las que la persona pueda sentirse analizada por los demás. Por último, la Fobia específica es el miedo o ansiedad circunscrita a objetos o situaciones concretos, a los que denominamos estímulos fóbicos.

Algunos criterios de los miedos y las fobias en las personas son las siguientes:

  • Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (p. ej., volar, alturas, animales, administración de una inyección, ver sangre).
  • En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados o aferrarse. El objeto o la situación fóbica se evita o resiste activamente con miedo o ansiedad intensa.
  • El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantea el objeto o situación específica y al contexto sociocultural.
  • El miedo o la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
  • El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
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Miedos de una persona

Albrecht recoge en Psychology Today los cinco miedos básicos de una persona de los cuales nacen casi todo el resto de nuestros temores: miedo a la muerte, pérdida de autonomía, la soledad, miedo a la mutilación, y daños y perjuicios al ego.

1. Miedo a la muerte

El miedo a dejar de existir, más comúnmente conocido como miedo a la muerte, proviene de una sensación primaria de todos los seres humanos por la supervivencia.

De este miedo se derivan otros muchos temores generalizados como el miedo a las alturas, el pánico a los viajes en avión o diferentes fobias relacionadas con nuestra supervivencia. Sensaciones de pánico ante circunstancias asociadas a fatales consecuencias que supongan el fin de nuestras vidas.

2. Pérdida de autonomía

El miedo a ser inmovilizados, paralizados, restringidos, sometidos, atrapados, encarcelados o controlados por circunstancias que están fuera de nuestro control. El temor a la libertad de nuestros movimientos naturales es común a casi todos nosotros.

En su reacción física se le conoce comúnmente como claustrofobia, pero también se extiende a otras reacciones psicológicas relacionadas con las interacciones y comportamientos sociales.

3. La soledad

Totalmente contrapuesto al anterior, este miedo se relaciona con el pánico al abandono, al rechazo o a sentirnos despreciados. La pérdida de conexión con el mundo genera sensaciones de angustia ante la posibilidad de convertirnos en una persona no querida a la que nadie respete ni valore.

Los miedos básicos se muestran a través de nuestras reacciones compartidas ante las circunstancias de la vida. Los celos y la envidia, por ejemplo, expresan el miedo a la separación o la devaluación de uno como persona.

4. Miedo a la mutilación

“Se trata del temor de perder cualquier parte de nuestra estructura corporal, la idea de tener límites en la movilidad de nuestro cuerpo o de perder la integridad de cualquier órgano, parte del cuerpo, o la función natural”, resume el psicólogo experto en el estudio de los comportamientos cognitivos y las habilidades del pensamiento humano.

La sensación de ansiedad al estar acerca de animales venenosos o considerados peligrosos como insectos, arañas o serpientes, así como tener fobia a otras cosas o situaciones que puedan suponer un daño físico como trabajar o exponernos a sierras mecánicas, hachas o machetes…

Igualmente, los miedos unidos al miedo a la muerte como el vértigo, el temor a morir ahogados o cualquier otro que suponga un riesgo para nuestra integridad física están relacionados con el miedo a perder o dañar alguna parte de nuestro cuerpo.

5. Daños y perjuicios al ego

El miedo a sentirnos humillados, pasar vergüenza o cualquier otra situación de profunda desaprobación que amenace la pérdida de la integridad del ser (también conocida como muerte del ego).

El miedo al rechazo o el temor que sienten muchas personas a hablar en público están relacionados con esta angustia generalizada a la aniquilación de nuestro ego.

Otros tipos de miedos

Estas son otras clases de miedos que van más allá de las categorizaciones que hemos visto.

-Miedo a la incertidumbre

También recibe el nombre de miedo a lo desconocido.

-Miedo al compromiso

Este tipo de miedo se presenta, principalmente, en las relaciones de pareja. Hace referencia al sentimiento o emoción de miedo que se experimenta al ver que nos entregamos a otra persona. En ocasiones, ocurre porque la persona simplemente no quiere ceder su libertad, otras veces porque la persona ha sufrido en una relación amorosa anterior y no quiere comprometerse de nuevo.

-Miedo a ser descubierto

Un miedo que se caracteriza porque la persona ha hecho algo que se considera malo o ilegal y, por tanto, no quiere que se le descubra.

-Miedo al fracaso

El miedo al fracaso es un tipo de miedo que causa mucho sufrimiento y que está relacionado con las expectativas que tiene una persona. Se relaciona también con la opinión de los demás. Lo experimentan, principalmente, las personas perfeccionistas.

-Miedo al divorcio

Por diferentes causas.

Miedos psicológicos

1-Dependiendo de si el estímulo que provoca el miedo existe o no, éste puede ser:

-Miedo real

El miedo real hace referencia a un tipo de miedo que se construye a partir de hechos/situaciones/sentimientos reales. Por ejemplo, el miedo a caer de un lugar alto poco seguro cuando existe la posibilidad real de caer al vacío.

Se trata de un patrón de activación fisiológica y emocional que tiene valor adaptativo, porque nos lleva a evitar el peligro de manera inmediata, muchas veces independientemente de nuestras intenciones conscientes.

-Miedo irreal o irracional

El miedo irreal tiene su origen en un pensamiento imaginario, distorsionado y catastrofista. Por ejemplo, el miedo a hablar en público o el miedo a volar. Son miedos no adaptativos, en los que en realidad no exista un peligro real.

2-Dependiendo de si el miedo es adaptativo o no, éste puede ser:

-Miedo normal

El miedo normal es aquel que tiene un carácter adaptativo, y se presenta ante un estímulo que puede ser dañino para la persona. Es de corta duración, no interfiere con la normalidad en la vida cotidiana y pone al individuo en estado de alerta. Por ejemplo, ver un animal peligroso.

-Miedo patológico

Este tipo de miedo se activa, aunque no haya peligro y puede prolongarse indefinidamente. Su nivel de interferencia en el día a día es alto. Produce un gran malestar psicológico a la persona que lo padece, y a veces también afecta a terceras personas (por sus efectos en la conducta social) por lo que requiere tratamiento psicológico por psicólogos clínicos.