COVID Persistente-Aumento de casos.
Cada vez llegan a nuestra consulta más pacientes que necesitan trabajar las secuelas producidas por el COVID, o que sin saber exactamente que les pasa han sentido que su calidad de vida ha disminuido sustancialmente.
Los síntomas más comunes son la fatiga, la dificultad para respirar y la disfunción cognitiva, pero también se pueden dar otros síntomas que suelen repercutir en el funcionamiento cotidiano de la persona.
Tras haber superado el virus de la Covid-19, algunos pacientes han notado que sus síntomas persisten en el tiempo, que se mantienen e incluso que crecen por momentos.
En España la codificación de la enfermedad sigue cambiando tras años del comienzo de esta enfermedad, el sufrimiento causado a lo largo del tiempo por el virus y sus efectos recibe variedad de nombres: COVID Persistente, PACS, post-COVID, síndrome post-COVID, Covid Prolongado, Long Covid.
Algunos síntomas son: Alteraciones del sueño (insomnio, hiperinsomnio) Alteraciones de olfato, gusto y sensibilidad (pérdida) Alteraciones oculares (sequedad, lagrimeo, legañas densas, dolor ocular, moscas en la visión, otros cambios) dolor de cabeza, niebla mental, descoordinación, alteración del equilibrio, alteraciones cognitivas, atención, comunicación parestesias, neuropatías, dolor muscular, pérdida de “energía” repentina, debilidad muscular, extrema fatiga, inflamación articular…
El COVID Persistente es una afección emergente y novedosa (aunque tiene muchas similitudes con el Síndrome de Fatiga Crónica), que se caracteriza porque los signos y síntomas que se desarrollan durante o después de padecer la COVID-19 y se mantienen más allá de las 12 semanas del inicio de los síntomas, afectando de manera significativa a la calidad de vida de las personas.
Según la “Guía Clínica para la atención al paciente Long COVID/COVID Persistente” existen dos grandes conjuntos de manifestaciones: por un lado, la sintomatología física y, por otro, la sintomatología emocional y cognitiva. Es en este último aspecto donde nos centraremos, porque requiere de intervención psicológica.
Los primeros estudios aproximativos sobre el COVID Persistente han estimado que hay más de 200 síntomas diferentes que pueden asociarse con esta nueva patología.
Muchos de los síntomas del COVID Persistente son de origen neurocognitivo y es posible acotar que los trastornos mentales que más se han observado en la población adulta son los Síntomas depresivos, los trastornos de angustia e incremento de sustancias, mientras que en la población más joven se observa depresión, angustia, conductas autolesivas y brotes psicóticos.
Cuando se habla sobre los síntomas psicológicos relacionados con la pandemia, también se destaca el hecho de que muchas personas no han podido despedirse de sus seres queridos y esto les ha impedido hacer un duelode forma adecuada, lo cual supone un malestar emocional.
Los síntomas que son inespecíficos, es decir, aquellos que no se clasifican como ansiedad, depresión o estrés postraumáticos, en personas recuperadas por covid-19, reciben el nombre de niebla mental, mejor conocido como síndrome de fatiga crónica.
Esta condición es compleja e incapacita a las personas que lo padecen, pues, la persona manifiesta una fatiga que es abrumadora y que le impide efectuar sus actividades cotidianas.
La ansiedad, la depresión, el insomnio o las dificultades de concentración son algunas de las consecuencias más comunes entre los pacientes que arrastran secuelas del coronavirus meses después de haber superado la infección.
Mientras algunos síntomas físicos como la fatiga son fácilmente cuantificables con pruebas médicas, las consecuencias psicológicas derivadas tanto del COVID Persistente como de los estragos de la pandemia exigen una revisión exhaustiva sobre toda la “historia” del paciente.
Gran parte de los afectados por COVID Persistente manifiestan un estado de ánimo bajo, desesperanza, depresión y ansiedad. Incluso hay algunas personas (en menor porcentaje) que experimentan síntomas de trastornos de estrés postraumático (TEPT), sobre todo aquellos que precisaron ingresos en UCI y personal sanitario.
Esto no siempre significa que estemos ante un trastorno psicológico como tal. Sin embargo, la adaptación a la nueva situación, los sentimientos que puede suscitar (incertidumbre, angustia, miedo, soledad, impotencia…) y la interferencia que esto plantea en su vida diaria, pueden requerir ser tratados por un psicólogo psicóloga.
A continuación podemos escuchar a la directora del área clínica del Centro de Psicología, Montserrat Guerra, hablando de ello en una entrevista en Onda Cero Radio.
PULSAR PARA ESCUCHAR EL PODCAST DE LA ENTREVISTA (MINUTO 33:30)
Os invitamos a escuchar cada lunes a las 13:05 un nuevo tema de actualidad a desarrollar por Montserrat Guerra en Onda Cero Cantabria (91.9).